15 RAZONES PARA VISITAR FRANCIA

Con su impresionante costa, puertos pintorescos y numerosas playas, Normandía ofrece opciones incomparables. El Mont-Saint-Michel, la maravilla del mundo occidental que domina el paisaje circundante, sigue siendo una visita obligada para todos los visitantes. Pero para aquellos que prefieren el atractivo de la ciudad, tienen muchas opciones para elegir entre las huellas históricas de Caen, las calles medievales de Rouen, los puertos pesquero y deportivo de Cherbourg y el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco de Le Havre, famoso por su arquitectura de postguerra. Merece también la pena visitar Bayeux, hogar del tapiz de fama mundial y su magnífica catedral. Cargada de nuestra historia común, Normandía invita a retroceder en el tiempo para seguir los pasos de Guillermo el Conquistador y caminar por las playas del Día D, la Costa de los Héroes.

La capital histórica de Bretaña, sexta ciudad de Francia, no es solo la ciudad donde nació Julio Verne. Hoy, la ciudad de Nantes continúa agitando el imaginario de artistas, arquitectos y otros poetas: un elefante que se pasea por los muelles del Loira, un barco blando que escapa de una esclusa… los espacios públicos, los comercios, los parques… izan la bandera de la creatividad y dan a luz una cultura común. En tres décadas, Nantes se ha convertido en una de las ciudades más dinámicas e innovadoras de Francia. Es impresionante la cantidad de actividades culturales que se realizan a lo largo del año.

Moldeado por siglos de interacción entre el ser humano y su entorno, este territorio ofrece una variedad de sitios patrimoniales excepcionales, paisajes notables y una fauna y flora protegidas.

Este año se conmemoran el 20 aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por sus “paisajes culturales vivos”. Una buena ocasión para descubrir la riqueza cultural y medioambiental del Valle del Loira: sus castillos y pueblos, su río, sus jardines y sus viñedos. El Valle del Loira es un territorio natural salvaje que hay que respetar. Para disfrutarlo al máximo sin dañarlo, lo mejor es subirse a una bici y hacer la ruta del Loira en bicicleta. Muy recomendable la visita al bello Castillo de Chenonceau que albergó a Catalina de Médici. Durante julio y agosto ofrece paseo nocturno veraniego por los jardines iluminados al ritmo de la música y también cenas temáticas.

Apreciada sobre todo por las familias, ofrece gran cantidad de actividades únicas e insólitas: desde el famosísimo Futuroscope hasta el Espectáculo de Águilas, pasando por el Valle de los Simios. Poitiers es también una ciudad viva y universitaria: uno de cada dos habitantes tiene menos de 30 años. Cuando cae la tarde, las terrazas de bares y restaurantes se llenan y muestran una nueva faceta de esta ciudad histórica y cultural. El centro de la ciudad es peatonal, lo que permite pasear por sus calles, sentarse a la mesa para disfrutar de alguna de las especialidades de la región mientras los niños juegan y se divierten al lado. Una gastronomía de renombre, un ambiente festivo y una vida tranquila.

Burdeos se ha convertido en los últimos años en un destino elegido por sus ambientes urbanos, su gastronomía y su activa vida cultural. Entre el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y los nuevos barrios, la orilla del río Garona y las calles peatonales, a pie o en bicicleta, Burdeos ha aceptado el importante desafío de asociar dinamismo y tranquilidad. Burdeos se encuentra junto a la región vinícola más grande y más antigua del mundo, que comprende 65 denominaciones y se extiende por 112.000 hectáreas. Deseosas de compartir sus habilidades, varios cientos de propiedades abren sus puertas al público. El vino también está muy presente en la ciudad. La Ciudad del Vino es el mejor ejemplo de ello, un centro cultural de última generación único en el mundo, en el que el vino está presente en sus dimensiones cultural, de civilización, patrimonial y universal.

Sello español en esta ciudad francesa y también medio española. Gracias a la emperatriz Eugenia, la ciudad se convirtió de antiguo puerto de pescadores en una estación termal de moda, y sigue siendo hoy en día un destino estrella del golf, del surf, de la puesta en forma y del turismo de negocios. En Biarritz, el buen vivir es rey. En efecto, la ciudad seduce también por su convivencia y su alegría de vivir y se mueve todo el año alrededor de su mercado cubierto. También Biarritz es un excelente punto de partida para explorar el País Vasco francés. A pie, en coche, en 4×4 o a caballo, es posible viajar a través numerosos paseos para descubrir las colinas, los pueblos tradicionales y bailes y, por supuesto, la gastronomía.

La segunda región más grande de Francia ofrece un rico patrimonio histórico, culturas auténticas y un verdadero gusto por la excelencia en diversos ámbitos: buen vivir, patrimonio, gastronomía, ciencia y tecnología. El litoral se caracteriza por una red de lagunas, estanques y salinas entre la tierra y el mar, fuente de una biodiversidad excepcional: plantas, aves migratorias… mientras que en la montaña, el gran protagonista es el Pirineo, con lugares tan conocidos como el circo de Gavarnie, el Pic du Midi, el Canigó y Lourdes, así como los famosos desfiladeros por los que transcurre el Tour de Francia, como el célebre Tourmalet.

El departamento de Ariège, en el corazón de los Pirineos franceses, es una tierra de autenticidad y tradición. Se trata al mismo tiempo de un homenaje a la historia de Ariège y de un estado de ánimo. El de las mujeres y los hombres que hacen brillar este territorio y mantienen vivos los valores de orgullo y espíritu independiente que les caracterizan. Es también una invitación dirigida a todos aquellos deseosos de huir de la rutina, de evadirse a una comarca en la que la aventura nunca queda demasiado lejos, en la que todavía es posible desconectar. Ariège, tan cerca y tan lejos, se consolida como destino ideal para los amantes de los espacios abiertos que desean reconectar con lo esencial. Que cada uno viva su propia aventura. Basta con andar, impregnarse de la serenidad del ambiente, tomar atajos, visitar una aldea, charlar con un pastor y hasta darse el lujo de una siesta o un baño antes de volver a bajar al pueblo.

Perpignan, una ciudad a los pies de los Pirineos y al lado del Mediterráneo que ofrece todo un universo de sensaciones. Ciudad de frontera, Perpiñán es todo un museo. Una ciudad cuyas herencias multiculturales se reflejan a través de sus monumentos icónicos desde el Palacio de los Reyes de Mallorca hasta el Teatro del Archipiélago de Jean Nouvel, pasando por el Castillet y la Catedral Sant Juan, ocho siglos por descubrir paseando por sus calles medievales. Perpiñán invita a saborear su arte de vivir mediterráneo disfrutando de sus mercados coloristas, sus plazas con cafés soleados y vivos, sus callecitas pintorescas, sus patios floridos, sus numerosas fuentes y toda la riqueza de su tradición gastronómica.

Puerto antiguo, lugar de convergencia de civilizaciones desde hace más de 2000 años, Narbona es hija del Mediterráneo por su situación privilegiada, pero también por la diversidad de los paisajes naturales que la rodean. El mar, con 5 km de playas de arenas finas, y la zona de lagunas en las estribaciones de Corbières, pasando por La Garriga, los macizos protegidos de la Clape y de Fontfroide con sus excepcionales explotaciones vinícolas, ríos y canales… la invitación a viajar es constante. Imprescindible disfrutar del anal de la Robine, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la arteria que hace latir el corazón de Narbona. Conecta el Canal del Midi con el mar y ha visto crecer en sus orillas un puerto fluvial en el corazón de la ciudad. Quienes disfruten con los placeres de las aguas tranquilas podrán alquilar embarcaciones eléctricas o deportivas. Recorrer la ciudad al borde del agua o deslizarse lentamente en dirección al mar supone un descubrimiento permanente.

Desde sus orígenes, Montpellier cultiva el buen gusto. Casi 70 lujosos palacetes, un Arco del triunfo y la Plaza Real de Peyrou, erigidos para mayor gloria de Luis XIV, callejuelas medievales por las que deambular, una facultad de medicina que celebra su 800º aniversario en 2020… Los enamorados del patrimonio tendrán razones para satisfacer su pasión en Montpellier. Fuentes por toda la ciudad, entre ellas la famosa fuente de las Tres Gracias por citar solo la más conocida; el “Écusson”, el centro de la ciudad totalmente peatonalizado; pasando por los tranvías coloridos y diseñados por los más grandes, como las líneas 3 y 4 firmadas por el modisto francés Christian Lacroix, o las estatuas y obras de street art; sin olvidar las hazañas de la arquitectura contemporánea que hacen de Montpellier una referencia en la materia…

Paraíso de decoradores, de artesanos y de anticuarios, el departamento de Vaucluse ofrece sus materias primas y sus colores a lo largo de mercados, talleres, tiendas y galerías. Los artesanos de Vaucluse tienen una habilidad que viene de lejos. Conservan a día de hoy el gusto por el trabajo bien hecho y son muchos los que celebran una artesanía ancestral y que van más allá de la materia con elocuencia e imaginación. Además, la excelencia de sus productos, su diversidad y su calidad son hoy toda una referencia. Riqueza geológica, permanente exposición al sol, ingeniosa habilidad de quienes trabajan la tierra o dominan la cocina, todo coincide para poner en valor una producción agrícola excepcional

Luberon Coeur de Provence es un territorio que se encuentra adosado a los macizos del Luberon y los montes de Vaucluse. Dos de los pueblos más bellos de Francia (Gordes y Lourmarin), así como una cantidad de pueblos encaramados o rodeados por un paisaje de viñas, de robles blancos o de olivos y una ciudad, Cavaillon, ofrecen un gran atractivo. A unos kilómetros de Gordes se encuentra la discreta pero conocida Abadía de Sénanque, una abadía cisterciense del siglo XII, escondida en el valle de la Sénancole y rodeada de campos de lavanda. La delicada silueta del pueblo instalado en un pequeño montículo al pie del macizo del Luberon inspira reposo y tranquilidad y se ha convertido en todo un icono de la región.

La antigua ciudad de los Papas propone una escapada urbana entre historia y modernidad. Y todo salpicado con cultura, animaciones, buena vida, sol y naturaleza. Aviñón es su destino ideal. El Palacio de los Papas, el mayor de los palacios góticos y residencia de los soberanos pontífices en el siglo XIV, es el elemento patrimonial más importante de la ciudad. Justo al lado se encuentra el puente de Aviñón, famoso en el mundo entero gracias a la canción popular y también testigo de excepción del pasado. Los dos monumentos forman parte de un grandioso conjunto monumental reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La ciudad se enrosca sobre las antiguas murallas e invita a pasear y a descubrir por azar en sus callejas los abundantes vestigios del pasado: iglesias y capillas, edificios medievales, palacetes singulares de los siglos XVIII y XIX… el arte está en todas partes, es un auténtico museo al aire libre.